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Estrategias de reutilización e inversión de la obsolescencia en el centro urbano

 

Tesis presentada para obtener la calificación

de Máster del Instituto de Arquitectura

Avanzada de Cataluña

Autor / Matheus Machado Cipolat

Tutor / Prof. Pedro Moraes

 

 

Introdução

Viejos edificios -algunos testigos del esplendor de otros tiempos- en ruinas; almacenes, tiendas, edificios de oficinas o apartamentos vacíos o semi habitados; plazas y aceras maltrechas: este paisaje se repite en casi todas las grandes ciudades brasileñas. – Raquel Rolnik, 2006.

El trabajo se desarrolló con un enfoque en el centro urbano ya consolidado, particularmente con un interés en la obsolescencia de elementos y el abandono de ciertas áreas urbanas. La importancia de aprovechar el tejido urbano existente es fundamental: “El crecimiento de la población urbana mundial, que alcanzó el 75% en la primera década y se prevé que supere el 75% en , llama la atención no sólo sobre la cuestión de la densidad urbana, sino también sobre la contribución del parque inmobiliario existente al alojamiento de esta población en los centros urbanos consolidados. Un estudio realizado por Vattenfall estima que el 53% del parque residencial mundial disponible procederá de edificios nuevos, mientras que el 47% restante se refiere a edificios existentes” (Goncalves, 2015). El objetivo era comprender su evolución hasta el contexto actual y, a partir de ahí, pensar en posibles formas de actuar sobre el territorio.
El paradigma actual considera el objeto construido como el punto final del proceso de planificación. En la actualidad, los planes se elaboran y ejecutan sin prever cambios, y el edificio se diseña para su uso inmediato. Sin embargo, la evolución urbana no es lineal. Los espacios de la ciudad son a veces intensos, a veces estáticos: los edificios no son perpetuos. En algún momento, el edificio y/o su configuración en el tejido urbano quedan obsoletos. Así, la ausencia de planificación y previsión de escenarios futuros conduce a menudo al abandono de los edificios y al agotamiento de la vitalidad en algunas partes de la ciudad. Apoyando esta y otras cuestiones relevantes para el buen uso de las ciudades, el arquitecto Tom Verebes afirma: “En cuanto a la inherente e inevitable obsolescencia de los edificios y las ciudades, puede ser necesario renunciar en cierta medida a la suposición de que toda la arquitectura debe ser permanente y totalmente funcional para siempre”. (Verebes, 2013)
Un nuevo paradigma de planificación urbana y diseño arquitectónico debe prever la posibilidad de expansión y retracción como movimientos inherentes a la evolución de la ciudad y sus edificios. Así, es necesario planificar la gestión, programar la obsolescencia e introducir cambios contextuales como partes inseparables del diseño. Los modelos de ciudad deben ser sistemas abiertos y variar en función de los parámetros que alimentan el diseño a lo largo del tiempo. Los edificios, a su vez, deben diseñarse con la capacidad de responder a estas transformaciones. El trabajo busca estrategias y formas de reutilizar y reciclar las infraestructuras y estructuras existentes en el centro de la ciudad. Para ello se analizó el distrito del Centro Histórico de la ciudad de Porto Alegre. Se analizó la evolución urbana de la ciudad, la morfología, los datos demográficos y la bibliografía existente. Apoyados en ello, y en los ejes temáticos del Máster en Urbanismo de Cerca, se agruparon los objetos de estudio a detallar.
 

Porto Alegre, Centro Histórico

Porto Alegre es la capital del estado de Rio Grande do Sul, en la región sur de Brasil. Tiene aproximadamente 1,5 millones de habitantes en el municipio y casi 4,5 millones en su área metropolitana. La ciudad fue fundada en 1772 a orillas del río Guaíba y se desarrolló a lo largo de su orilla, donde hoy se encuentra el barrio del Centro Histórico. A partir del siglo XIX, se convirtió en un importante centro comercial, con un gran flujo de mercancías desde su puerto. En el siglo XX la ciudad comenzó a tener planes de expansión, primero bajo la influencia del pensamiento positivista y, después de los años 60, con el dominio del pensamiento moderno (Souza, 2006).

El Centro Histórico, al igual que varias otras ciudades brasileñas, pasó por un primer período de prestigio seguido de un proceso de vaciamiento y desvalorización, como cita Rolnik “que no tenía los ingresos para estar a la altura de los nuevos lugares ‘de moda'”, que sobrevive desde la propia condición de abandono. Así, los antiguos centros de las clases acomodadas, que en su momento fueron “el” centro de la ciudad, son hoy territorios populares en un estado físico precario, tanto de las propiedades privadas como de los espacios públicos” (Rolnik, 2006). Se nota el resultado del agotamiento del interés del capital financiero en el barrio y, junto con él, del interés del poder público en ocuparse del avance de la degradación. Muchas zonas de la región carecen de cualquier tratamiento del espacio público desde hace más de medio siglo. Aun así, el barrio sigue siendo el que más puestos de trabajo tiene en la ciudad, ya que cuenta con una amplia infraestructura de movilidad, conexión con la región metropolitana y una gran cantidad de espacio construido disponible.(Maricato, 2015)

El Centro Histórico tiene 39.154 habitantes en un área de 2,39 km², lo que resulta en una densidad de población de 162 habitantes/ha (IBGE, 2011).  Sin embargo, al analizar los datos a menor escala, separando por sectores censales, se aprecia una distribución desigual de estas viviendas en el barrio. Hay varias zonas sin población permanente, o cerca de ella. Cuando estos datos se observan junto con la distribución del espacio construido, la relación se vuelve aún más variable. Como se muestra en la figura siguiente, el modelo tridimensional se coloreó en un gradiente, en el que el color blanco representa la baja densidad de viviendas y el color más oscuro representa la alta concentración. Con el color lila se marcaron los edificios considerados abandonados o infrautilizados (Sabadi, 2017) y se compararon en un cálculo aproximado la relación entre la superficie desocupada y el déficit de viviendas del barrio.

 

Estrategias para el centro de Porto Alegre

La metodología elegida para abordar el estudio del caso fue la de las directrices estratégicas, con el fin de diseñar posibles modos de funcionamiento en el territorio. Éstas se dirigen a responder a las principales exigencias derivadas del análisis específico del caso de estudio, pero también pueden interpretarse para otros escenarios similares de obsolescencia en los más diversos contextos urbanos. 

Tan amplio como el tema de la obsolescencia urbana es el conjunto de posibles combinaciones de políticas y prácticas que pueden emplearse en las políticas urbanas. En este trabajo se definieron cuatro grupos de enfoques, ordenados según los distintos tipos de actuación sobre el territorio.

Naturalización de los bordes

The boundary is an edge where things end; the border is an edge where different groups interact. At borders, organisms become more interactive, due to the meeting of different species or physical conditions – Sennett, 2006

El barrio del Centro Histórico está muy claramente delimitado por una fusión de elementos naturales y situaciones urbanas construidas a lo largo del tiempo. La situación más llamativa es la interfaz con el río Guaíba al norte y al oeste, formando un complejo límite entre el espacio urbanizado y lo que se puede llamar natural (Waterfront). Esta condición no es exclusiva de la ciudad de Porto Alegre, es algo recurrente en la historia de las ciudades. En el caso particular de las capitales brasileñas, hay un conjunto de características comunes, tanto a la evolución de estas ciudades y su infraestructura urbana en relación con las áreas de frente marítimo, como a las políticas emergentes de acción conjunta del Estado y el mercado – “Dirigidas a los espacios urbanos de frente marítimo, como muelles y puertos en desuso, tales políticas se presentan como una respuesta a los problemas urbanos en diferentes contextos y ocupan hoy un espacio relevante en las agendas y demandas de diferentes actores en las grandes y medianas ciudades” (Fedozzi y Vivian, 2020). El otro elemento que delimita el contorno del barrio es la Avenida Loureiro da Silva, o Avenida Perimetral, que, con un gran número de carriles destinados al transporte motorizado, rodea el barrio y conecta el acceso a las carreteras federales y la conexión con gran parte de la región metropolitana. 

La ciudad de Porto Alegre se desarrolló a principios del siglo XIX a partir de la actividad comercial del puerto situado en la zona que hoy se denomina centro histórico. A pesar de la importancia del puerto para la ciudad, a partir de los años 60, con los avances tecnológicos y los cambios en la organización de la distribución de mercancías, gran parte de la infraestructura portuaria cayó en desuso. Al mismo tiempo, se construyeron importantes obras de infraestructura en la ciudad. El más significativo, construido en 1971, fue el Muro de Mauá. Un gran muro, que forma parte de un sistema de contención de las inundaciones, corre paralelo al muelle del puerto, dejando el río al otro lado y la ciudad al otro lado (Almeida y Campos, 2022). La Avenida Perimetral que rodea todo el perímetro del barrio forma parte de las políticas urbanísticas basadas en la construcción de grandes infraestructuras viarias en los años 70 y 80. Hoy en día actúa como barrera para conectar el centro con los barrios circundantes. Se trata de una avenida apenas permeable y, como tal, ambas zonas, tanto el centro como los demás barrios exteriores, tratan esta zona como frontera. 

La estrategia de diseño adoptada para este caso es la de naturalizar la frontera. Es decir, adoptar un conjunto de acciones que permitan revertir estas fronteras concretas en membranas que favorezcan la relación entre el entorno exterior y el interior. De este modo, se seleccionaron acciones como: 

  1. a) Sustituir el muro que actúa como obstáculo físico por un moderno sistema de contención de inundaciones. La idea es que la eliminación de la barrera es de extrema importancia para permitir la reconexión de la ciudad con su frente marítimo y las infraestructuras que actualmente están segregadas. “La idea central que se persigue es que cuanto mayor y más fácil sea el flujo y la circulación de personas, entre el Muelle y el Centro Histórico (sobre todo por el modal peatonal, pero no sólo), mayor será la integración entre estos sectores que conforman una gran área de la ciudad.” (Coletivo Cais Cultural, 2021)
  2. b) Reciclaje de la avenida perimetral – Transformación en espacios de permeabilidad e interacción entre ecosistemas. Redistribuir el espacio construido disponible para múltiples usos más allá del transporte motorizado. Aprovechar la gran superficie disponible para crear un eje verde que conecte los ecosistemas, desde el río hasta los parques interiores de la ciudad.
  3. c) Reprogramación del uso del suelo en los bordes del barrio. Proponer usos que mejoren el espacio público y fomenten un uso variado y la interacción con el entorno. Puede tratarse de usos intensivos o de usos para la preservación de los sistemas naturales.

 

Reprogramación de calles

Las antiguas calles del barrio se adaptaron para acoger mejor el transporte motorizado. A lo largo del siglo XX se llevaron a cabo importantes obras de infraestructura para permitir el flujo de automóviles, tal y como indicaba la planificación moderna. Como resultado, el barrio tiene ahora una cuadrícula ortogonal irregular con una confusa jerarquía esencialmente para el transporte motorizado. El transporte público, basado en los autobuses públicos, en conexión con el ferrocarril urbano y una pequeña contribución del transporte acuático están mal distribuidos y son inconsistentes. Hay una sobrecarga de algunas zonas destinadas a terminales. Sin embargo, sin prestar atención a la cantidad de flujo, el acceso a los terminales o las conexiones entre ellos y las movilidades activas. Además, la red ciclista es corta y está desconectada de un plan más amplio y los espacios públicos de plazas o calles peatonales son mucho más pequeños que los niveles adecuados y el potencial del propio barrio.

Teniendo en cuenta esta situación, y basándose en el modelo de supermanzana propuesto por Rueda, se desarrolló el segundo conjunto de acciones estratégicas para el barrio. Se trata de reciclar la estructura viaria de forma que, mediante la redistribución de zonas para nuevos usos y la reprogramación del sistema de movilidad, se consiga mejorar la circulación dentro del barrio, dotar de más zonas de uso público, aumentar la vegetación, mejorar la calidad del aire e intensificar el uso de determinadas zonas actualmente abandonadas. De este modo, las acciones se dividieron en:

  1. Reconfiguración de las calles en supermanzanas, disminuyendo la superficie disponible para el transporte motorizado individual y aumentando la superficie de uso público y la vegetación.
  2. Propuesta de readaptación de parte de la estructura en corredores verdes, diseñados para conectar los espacios públicos y los entornos naturales cercanos.
  3. Reprogramación de los medios de transporte. Es decir, utilizar los activos disponibles, como la flota de autobuses y autocares, el tren urbano, el potencial de las vías navegables, el transporte basado en aplicaciones y la movilidad activa, para que reorganizados puedan, con inversiones a corto plazo, promover una movilidad más eficiente y saludable para la población.
  4.  Regulación y planificación

    Es habitual en el urbanismo de las ciudades latinoamericanas la superposición de diferentes conjuntos de normas que no son consonantes entre sí. Muchos de estos territorios son análogos en cuanto a la formalidad desordenada del espacio construido. En Open City, el autor Richard Sennett afirma que “la proliferación de normas de zonificación en el siglo XX no tiene precedentes en la historia del diseño urbano, y esta proliferación de normas y reglamentos burocráticos ha impedido la innovación y el crecimiento locales, congelando la ciudad en el tiempo” (Sennett, 2006). La ciudad de Porto Alegre, especialmente el centro de la ciudad, ha experimentado cambios en la planificación formal y la regulación volumétrica desde principios del siglo pasado. Sin embargo, los planes siempre han tendido a despreciar el entorno ya construido y a ignorar los planes anteriores como si fueran políticas adversas. Esto, unido a unas políticas subyugadas al control de los intereses del mercado local, dio lugar a una ciudad formalmente heterogénea, con relaciones disputadas y un potencial perdido. El centro en particular, debido a su importancia e intensidad de ocupación, pone de manifiesto este resultado. La población y la densidad de edificación son inarmónicas y dan lugar a vacíos y al abandono. Partes del suelo urbano central están infrautilizadas, mientras que a otras se les permite un uso indiscriminado en interés del capital.

    La estrategia adoptada entonces consiste en proponer un nuevo modelo normativo flexible y basado en datos que busca alcanzar parámetros de rendimiento urbano y medioambiental como resultado. A partir de ahí, el proceso se produciría mediante la organización del territorio en nuevas unidades de urbanización y la participación popular. Cada unidad definiría los parámetros deseados según el espacio de la propia unidad y su relación con el conjunto del territorio. Desde el punto de vista volumétrico, para las nuevas construcciones, se prevé proponer una mayor flexibilidad, a partir de la ocupación de una envolvente volumétrica con normas adaptadas a cada situación, siempre que sigan criterios como: la consideración volumétrica de la armonía con el entorno construido; la envolvente solar – “La “envolvente solar” define los límites máximos de un volumen edificable tridimensional en un emplazamiento determinado que no obstruye más de unas horas predefinidas de acceso solar sobre los emplazamientos y edificios adyacentes. Como concepto, las manzanas urbanas diseñadas como envolventes solares permitirán el máximo potencial fotovoltaico para los edificios adyacentes”(SARKAR, 2009); fomentarán la transposición de manzanas; proporcionarán el uso de núcleos de manzana; tasa destinada a viviendas de interés social; uso adecuado a nivel peatonal; entre otros posibles a determinar.  “La legislación con estos objetivos debe estimular ciertos procedimientos, obligar a algunos y, aún, frenar a otros. Ajustar la medida correcta de represión, condicionamiento e incentivo… guiados por un diseño colectivizado e integrador“(NOTO, 2017).

    Reciclagem do espaço construído

    El barrio del Centro Histórico cuenta con varios edificios abandonados o infrautilizados. Desde grandes infraestructuras, como los almacenes de los muelles del puerto, hasta edificios de diversa escala repartidos por el barrio. La trayectoria de estas construcciones es múltiple, así como las razones por las que quedaron obsoletas. El puerto, por ejemplo, dejó de funcionar debido a los avances tecnológicos y a los cambios en la organización de las mercancías, mientras que otros edificios se desgastaron por el uso y el tiempo, sin recibir las renovaciones necesarias para seguir siendo útiles. Sea cual sea el caso, lo que todos tienen en común es una situación de emergencia en la que hay un exceso de espacio urbano sin utilizar y en la que los edificios no están pensados a largo plazo. 

    La estrategia, por tanto, es reprogramar los edificios, ahora obsoletos en su uso, para dar a este espacio y material un nuevo significado dentro del contexto de la ciudad. Esta reutilización puede ser total, en forma de obra de acondicionamiento, que recalifica todo el espacio para el nuevo uso. Pero también puede ser parcial y evolutiva, por lo que los edificios pueden adoptar características transformadoras durante un periodo de tiempo más largo. Estos edificios pueden reprogramarse para albergar varios usos concomitantes, de modo que la estructura se independiza de una sola economía. 

    Sin embargo, lo más importante es potenciar la ocupación popular y el uso social de estas tierras abandonadas. El conjunto de edificios puede funcionar en un sistema cooperativo, en el que la población encuentra los medios para ir dando función a los espacios construidos. Cada edificio, tanto por su configuración espacial y constructiva, como por su ubicación y contexto, tiene una serie de potencialidades que pueden surgir de formas temporales y diversas de ocupación. Por último, se puede desarrollar un sistema de soporte modular para satisfacer las necesidades y suprimir las exigencias de las estructuras desgastadas.

    Conclusión

    Creo que el pensamiento global actual está llegando cada vez más al consenso de que no podemos seguir manteniendo los mismos modos de producción y consumo que hemos estado empleando hasta hace poco. Es necesario tener en cuenta la finitud de los recursos naturales y el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. Para la producción urbana, es necesario saber que no podemos expandir el área urbana sin control y que es necesario calcular y planificar los impactos de nuestras intervenciones. Teniendo en cuenta las cuestiones planteadas sobre la necesidad de producción de la ciudad y de la vivienda, creo que hay dos frentes de acción muy importantes. 

    El primero es el uso y el reciclaje de lo construido. Tenemos que analizar nuestras ciudades con detenimiento y comprender las posibles formas de aprovechar lo que ya está construido. Disponemos de una enorme cantidad de infraestructuras que, si se utilizan mejor, pueden satisfacer las distintas necesidades de la población. La cuestión principal es cómo reprogramar y resignificar los espacios con la intención de satisfacer mejor las urgencias. De manera que, de algo aparentemente agotado, es posible que surja una nueva función y una nueva vitalidad. El segundo frente de acción es la planificación futura de las intervenciones urbanas. La arquitectura que se diseñe a partir de ahora tiene que estar pensada de forma abierta. Es decir, para que la posibilidad de reutilización, reaprovechamiento y reprogramación estén programadas en su concepción. Es necesario planificar los indicadores de obsolescencia del objeto producido y planificar cómo actuar sobre él. 

    El trabajo que aquí se presenta es un intento de proponer algunas estrategias sobre cómo tratar estos dos frentes, utilizando el caso de Porto Alegre como objeto de estudio. El caso concreto analizado, sin embargo, es análogo a muchos otros, y debe verse como una ejemplificación de un tema más amplio. El trabajo, si es posible, podría evolucionar en el sentido de concretar más las estrategias adoptadas y de ampliar más los posibles campos de actuación, así cómo sería interesante explorar otras zonas de la ciudad, con lo cual, surgirían otras cuestiones.